En los últimos años, varios de aquellos que se han atrevido a escribir novelas de ciencia ficción sobre una Tercera Guerra Mundial han vaticinado su inicio en algún lugar del Mar del Sur de China, como resultado de la disputa entre las dos grandes superpotencias del siglo XXI: Estados Unidos y China. Pero, nuevamente, el riesgo de una guerra global y nuclear se cierne sobre Europa, esta vez, por cuenta de la invasión rusa a Ucrania.
En medio de este catastrófico pronóstico, quizás, la forma más sensata de responder a la pregunta sobre qué tan factible o qué tan cerca estamos de una guerra nuclear sería diciendo que estamos cerca, aunque, en realidad, desde 1945, siempre lo hemos estado. Sin embargo, desde el otoño de 1983 no habíamos vivido una situación en la cual los líderes de las grandes potencias se amenazaran entre sí con armas nucleares.
Desde febrero de 2022, con la invasión de Ucrania por parte del ejército de Rusia, no es difícil vislumbrar un escenario que conduzca al uso de armas nucleares. El conflicto en Ucrania se ha convertido en una nueva «guerra sustituta» de la confrontación entre Rusia y la OTAN —la alianza militar entre Estados Unidos y los países de Europa—.
Los dos bandos cuentan con gigantescos arsenales nucleares. Si este conflicto se extiende a Polonia o a los países bálticos —Lituania, Letonia y Estonia—, que son miembros de la OTAN, los demás países pertenecientes a la alianza tendrían que intervenir en su defensa. Cualquier combate, ya sea terrestre, aéreo o naval, entre fuerzas de Rusia y fuerzas de la OTAN, podría llevar al uso de armas nucleares tácticas —bombas atómicas de baja potencia diseñadas para el campo de batalla—.
A partir de ese momento la situación podría conducir al uso de armas nucleares de mayor potencia y rango: el holocausto nuclear al que tanto temimos desde la década de 1950, pero que, a partir de 1990, habíamos olvidado. Sin embargo, si se repite la historia de la Guerra Fría, llegado el momento de la verdad, los líderes de las naciones en contienda se van a abstener de usar estas armas, al contemplar las consecuencias apocalípticas que ello acarrearía… pero podrían no hacerlo. Este es el riesgo que corremos, y la razón por la cual la OTAN no interviene en forma directa en Ucrania.
El profesor Juan Carlos Sanabria, de nuestro Departamento de Física presenta un repaso por los puntos clave para comprender un eventual escenario de guerra nuclear, en el reciente artículo de nuestra Revista Hipótesis haciendo clic aquí.
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