Eric Cornell en Uniandes

Eric
Cornell

Entrevista

"La ciencia puede ser glamurosa":

Eric Cornell


Nobel de Física en 2001

El Nobel de Física del año 2001, Eric Cornell, habló con estudiantes, profesores y divulgadores científicos en la Universidad de los Andes. Fue una semana intensa de conversaciones espontáneas y conferencias, de hablar sobre física cuántica y hasta de sus gustos musicales. 

Cornell recibió el Premio Nobel por su trabajo en la creación de un nuevo estado de la materia ultrafrío llamado Condensado de Bose-Einstein (BEC), predicho teóricamente por Albert Einstein y Satyendra Nath Bose setenta años antes de que Cornell y su colega Carl Wieman lo comprobaran experimentalmente. 

Eric Cornell

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Ramón de Zubiría

Uniandes

Durante su visita a Los Andes, en el marco del evento “Uniandes en el año internacional de la ciencia y las tecnologías cuánticas”, realizado en noviembre de 2025 por la Facultad de Ciencias, el Nobel de Física habló con el biólogo y divulgador científico Carlos Guarnizo.
La saga de Star Wars, la creatividad y la motivación de los jóvenes para hacer ciencia, algunos de los temas de la conversación.

Carlos Guarnizo (C.G.): Muchas gracias, profesor Cornell, por esta entrevista. Según entiendo, usted creció en el vecindario del MIT, con su padre enseñando ingeniería allí. 

 
Eric Cornell (E.C.): Sí, es correcto. 

 
C. G.: Una infancia en Cambridge podría sonar especial, rodeada de premios Nobel y profesores. ¿Cómo eran las conversaciones en la mesa familiar? ¿Llenas de ciencia e ingeniería? o ¿alguna vez pensó, por ejemplo, “Ya tuve suficiente ciencia, quiero ser rebelde, quiero tocar guitarra”? 

 
E. C.: No, no guitarra. Lo que yo quería era ser lanzador de béisbol. Siempre pensé en eso. Creía que sería muy bueno. Por supuesto, era una locura. 

C. G.: ¿Pero en su entorno familiar hablaban mucho sobre ciencia y lo que ocurría en el MIT? 

 
E. C.: No, no surgía tan a menudo. A veces mi padre fomentaba el interés por la ciencia en sus hijos. Hubo una época en que yo tenía problemas para dormir y decía: “Quiero ver televisión, no puedo dormir”. Él respondía: “No puedes ver televisión, pero si te acuestas, te daré un problema para pensar”. Entonces me planteaba algún problema cualitativo de ciencia y me decía: “Piensa en esto”. Y yo pensaba en ello, lo cual no me ayudaba a dormir, pero sí me acostumbró a reflexionar sobre problemas técnicos a todas horas. 

 
C. G.: Y ahora tiene un Premio Nobel… Mencionó la televisión. En 1977, año en que nací, se estrenó Star Wars. Usted tendría unos 15 años. ¿Recuerda haber ido al cine a verla? ¿Cree que lo influyó? 

 
E. C.: Star Wars fue un fenómeno enorme. Tenía 16 o 17 años cuando salió y fue todo un acontecimiento. Todos querían verla. En retrospectiva, era solo otra película de ciencia ficción... tenía mejor producción, era divertida. No creo que me influyera particularmente, pero sí recuerdo lo importante que fue en ese momento. 

C. G.: ¿Cree que la ciencia ficción puede ser cuna de nuevas ideas para la física, o más bien una distracción? 

 
E. C.: No una distracción. No tanto una cuna de ideas nuevas, pero sí una cuna de nuevos científicos. Es cierto que la ciencia ficción resulta atractiva para todos. Aunque no señale buenas ideas científicas, fomenta el interés por el glamur de ese mundo. Y eso es bueno, la ciencia puede ser glamorosa. 

 
C. G.: En biología he visto colegas inspirados por Jurassic Park para estudiar ingeniería genética. 

 
E. C.: Ese es un gran ejemplo. 

C. G.: Hablemos un poco de recursos. A veces la física evoca imágenes de instalaciones multimillonarias, pero estamos aquí en Bogotá, donde no abunda el dinero. Su trabajo ganador del Nobel con el Bose-Einstein condensate (BEC) es un ejemplo poderoso de cómo la creatividad resuelve problemas. No creo que haya sido un experimento súper costoso. 

 
E. C.: Sí, es cierto. Cuando buscaba mi primer trabajo tras el doctorado, visité profesores para conseguir un posdoctorado y conocí a Carl Wieman, con quien trabajé 15 años y compartí el Nobel. En ese momento era mi futuro empleador y era famoso por hacer todo de manera económica. Odiaba gastar dinero, odiaba recaudar fondos. Así que insistía en hacer todo lo más barato posible. Construíamos muchas cosas nosotros mismos. Él fue pionero en comprar impresoras láser usadas, desarmarlas y sacar los láseres para usarlos en física atómica. 

 
Yo nunca fui tan bueno como él en eso, pero esa disciplina de resolver problemas con ingenio en lugar de dinero es una gran lección, incluso si tienes recursos. 

C. G.: ¿Entonces, quizá un estudiante de secundaria en Bogotá que quiere estudiar física, pero cree que no tendrá recursos, la creatividad puede ayudar? 

 
E. C.: La creatividad ayuda mucho. Durante varios años de estudios en física no necesitas equipos costosos. Enseño en Boulder, Colorado, una ciudad relativamente rica, y los laboratorios de física para pregrado no están llenos de equipos caros porque no es buen entrenamiento solo comprar un aparato costoso, presionar el botón de arranque y anotar la respuesta. Ese equipo será obsoleto en cinco años, ¿y qué aprendiste? ¿A oprimir un botón? 


Es mucho más útil, por ejemplo, hacer un experimento con un péndulo, un cronómetro y una regla para medir la gravedad con tres cifras, mejor que un porcentaje. Eso cuesta unos 10.000 pesos o algo así. 

 
C. G.: Ayer mencionó en una charla que le gustaba la música de Joni Mitchell. 

 
E. C.: Sí, me gustaba.  

 
C. G.: Encontré en plataformas una de las frases de una de sus canciones: “Somos polvo de estrellas, carbono de mil millones de años”, una frase poética con sentido biológico. Pero los seres vivos somos cálidos, húmedos, caóticos... Pero usted es reconocido por trabajar con entornos súper fríos, organizados y precisos. La biología es lo opuesto ¿Ve un futuro donde la física cuántica y la biología se unan en una sola disciplina? 


E. C.: Que se conviertan en una sola disciplina, quizá no. Pero que se influyan y se ayuden, el futuro es hoy. La biofísica es una de las áreas más interesantes. La considero parte de la física; quizá usted la vea como parte de la biología. En todo caso, hay muchos intercambios de ideas entre ellas. 


Para mí, la ciencia más interesante está en los enlaces, no como en la física pura que se definía en 1930, sino donde la física toca los bordes del mundo real: química, biología, incluso finanzas. Surgen ideas asombrosas. Nunca he sido purista, creo en disciplinas mezclándose de forma caótica pero estimulante. 

C. G.: Ha hablado antes sobre la importancia de escribir bien en su profesión de físico. ¿Cuánto del trabajo de un científico es comunicación, especialmente con no especialistas, por ejemplo, con niños, arquitectos o profesores de Yoga? ¿Deberían conectar más con el público fuera de la academia mediante cafés científicos, libros infantiles, asesorar películas, o es mejor que se queden en el laboratorio? 

 
E. C.: No creo que haya que elegir. La comunicación es muy importante. Compartir el gozo de la ciencia, nuestras perspectivas, descubrimientos, con una audiencia amplia es crucial. Al final, si usted está en Bogotá, en Boulder o Washington la ciencia es costosa y la paga la gente, así que deben saber qué reciben. Parte de lo que obtienen son cosas útiles para curar enfermedades, mejorar la economía, la industria... pero lo que reciben es algo parecido a lo que ofrecen artistas y músicos: una forma distinta de ver el mundo, que puede que no sea su forma de percibirlo, pero puede ser apreciada. 

 
Sé que esto es su enfoque ahora; creo que es inmensamente importante. Ojalá yo lo hiciera mejor, pero no todos deben hacerlo. La verdad, algunos están mejor en sus laboratorios. Y está bien. Hay espacio para todos. 

 
C. G.: Hablemos de inteligencia artificial (IA). ¿La ve como una calculadora sofisticada para la física, un colega que sugiere ideas, o algo que cambiará lo que hace un físico? ¿Podría reemplazar la intuición en esta profesión? 

 
E. C.: Son preguntas maravillosas y mi respuesta más honesta a ellas es: no tengo idea. Es muy temprano. No me interesan mucho las computadoras ni internet; fui el último entre mis amigos en usarlas. Algunos estudiantes me dicen que les ahorra tiempo buscando información, lo cual es útil. En cuanto a ideas nuevas, o que reemplacen nuestra intuición, no sé... encuentro el tema un poco inquietante. 

Mis experiencias con IA en el campo de la física es que fueron más inteligentes de lo que esperaba. Las primeras versiones eran increíblemente tontas, pero han mejorado mucho en un año. Así que, quién sabe. 

 
C. G.: Última pregunta, si tuviera que apostar –sin presiones– ¿cuál será el próximo descubrimiento asombroso en física en 10 años? 

 
E. C.: Si realmente va a sorprendernos, es improbable que lo sepamos ahora. Siempre bromeo: si supiera cuál es, estaría trabajando en ello, no contándoselo. No lo sé. Aquí en Los Andes me han preguntado mucho eso, porque quieren saber lo que viene.  Estoy cerca del final de mi carrera y tengo el lujo de terminar unos experimentos y luego observar como espectador, lo cual quita mucha presión. Pero, simplemente, no lo sé. 

 
C. G.: Profesor Cornell, muchas gracias por esta entrevista. 

 
E. C.: Ha sido un placer.  

Créditos:

Texto tomado de Noticias Uniandes