Catalina Chaparro Pedraza, de la Universidad de los Andes, fue galardonada con el ‘John Maynard Smith’ 2022, de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva.
La Sociedad Europea de Biología Evolutiva acaba de reconocer a una bióloga colombiana con el Premio John Maynard Smith 2022, que exalta a científicos jóvenes (con menos de tres años después del doctorado) por sus contribuciones al campo de la biología evolutiva.
La galardonada fue Catalina Chaparro, bióloga e ingeniera ambiental de la Universidad de los Andes con una maestría en ciencias biológicas de la misma alma máter. Chaparro también cuenta con un doctorado en ecología teórica en la Universidad de Ámsterdam y, actualmente, se encuentra haciendo investigación posdoctoral, en Suiza, gracias a una beca Marie Curie de la Unión Europea.
La científica bogotana recibió el reconocimiento por su trabajo, que conecta los campos de la ecología y la biología evolutiva.
“Mi investigación es teórica. La mayoría de personas está familiarizada o ha escuchado alguna vez de física teórica, pero la ecología de este tipo es mucho menos conocida. Sin embargo, no es muy diferente. Los biólogos teóricos utilizamos herramientas matemáticas y computacionales para buscar respuestas a diversas preguntas en nuestro campo científico”, asegura Chaparro.
La científica agrega que su interés es “comprender cómo factores ambientales alteran procesos ecológicos y evolutivos, así como las interacciones entre ellos, y cómo estas alteraciones afectan el funcionamiento de los ecosistemas”.
“En mi investigación postdoctoral me he concentrado particularmente en entender cómo esos cambios afectan la resiliencia de los ecosistemas, la cual es fundamental para su mantenimiento en el actual escenario de rápido deterioro ambiental”, indica.
La bióloga afirma, además, que antes de su investigación, los ecólogos se habían concentrado en investigar las consecuencias que las alteraciones ecológicas tienen para la resiliencia de los ecosistemas, pero habían pasado por alto las consecuencias de las alteraciones evolutivas.
De acuerdo con Chaparro, su investigación ha integrado ecología y evolución en el campo de la resiliencia de ecosistemas, y ha mostrado que esta integración predice nuevas e inesperadas consecuencias para el mantenimiento de los ecosistemas.
En este sentido, señala que, por ejemplo, uno de sus trabajos mostró que procesos evolutivos desencadenados por el deterioro ambiental pueden llevar a comunidades ecológicas a superar umbrales (conocidos en inglés como tipping points), probablemente causando el colapso de las funciones y servicios ecosistémicos.
“Otro trabajo mostró que la evolución puede ser nuestra aliada, pero también puede jugar en contra del objetivo de mantener la resiliencia de los ecosistemas. En efecto, la evolución puede aumentar la tolerancia de los ecosistemas a distintos impactos ambientales, pero tiene límites, y una vez esos límites son superados, el colapso es inevitable”, continúa la experta.
Según Chaparro, como conclusión de estos estudios, ahora se sabe que cuando un ecosistema ha colapsado, los procesos evolutivos pueden demorar su recuperación más de lo que se esperaría en un escenario en el que la evolución no ocurriría:
“En resumen, la integración de procesos evolutivos al campo de resiliencia de ecosistemas ha traído una visión ampliada de las consecuencias del deterioro ambiental a nuestros ecosistemas”, apunta.
Chaparro ve en este premio que acaba de recibir una oportunidad para seguir estudiando en el campo de la ecología teórica.
“Este premio es muy prestigioso en biología, varios investigadores que hoy son muy reconocidos y que han hecho contribuciones enormes al campo de la biología evolutiva recibieron este premio cuando estaban iniciando sus carreras. Eso es muy motivante para mí”, apunta.
FACULTAD DE CIENCIAS
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