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Identifican patrones sorprendentes en árboles de bosques tropicales de África, Amazonía y el sudeste asiático

07 Febrero 2024

A inicios de enero fue publicado en la revista Nature un estudio titulado “Consistent patterns of common species across tropical tree communities” (“Patrones consistentes de especies comunes en comunidades tropicales de árboles”), en el cual figura como coautor Pablo Stevenson, profesor de nuestro Departamento de Ciencias Biológicas. En dicha publicación, se estudian los patrones de abundancia de especies de árboles en 1568 parcelas ubicadas en bosques tropicales de África, la Amazonía y el sudeste asiático (Cooper et al. 1).

“Este estudio está enfocado en entender qué porcentaje de los árboles en bosques tropicales son dominantes”, dice Stevenson. Sus principales intereses académicos incluyen la investigación ecológica, con fines de conservación de la biodiversidad en ecosistemas naturales”.

Pablo Stevenson

Stevenson en su oficina, sosteniendo unas semillas.

Stevenson explica que las especies de árboles, en estudios como este, se consideran “dominantes” cuando conforman el grupo de las especies que incluyen el 50% del total de los individuos en un área delimitada. Este tema se ha trabajado bastante en Suramérica desde hace algunos años. “Por ejemplo, hay un artículo que es muy famoso, publicado en la revista Science, en el año 2013, con Hans ter Steege como primer autor, un gran líder en proyectos colaborativos de este tema. El artículo mostró que, a pesar de que se considera a los bosques del Amazonas como sitios muy diversos, con muchísimas especies distintas, cuando se cuantifican cuidadosamente –montando parcelas y mirando cuántas especies hay, cuántos individuos de cada especie hay –, resulta que no son tantas las especies que son muy abundantes o hiper-dominantes”, cuenta el investigador.

Lo novedoso del artículo publicado recientemente en Nature, fue que compilaron datos de Sudamérica, África y el sudeste asiático. Con los datos se hicieron varios tipos de análisis para cuantificar cuál es la proporción de especies dominantes en las zonas estudiadas.

 “Lo que resultó bien curioso, porque tal vez nadie lo esperaba, (…) es que ese porcentaje está entre 6,6% y 6,8% en todos los continentes por igual (…)”, dice Stevenson, “a pesar de que cada continente tiene una historia y unos factores ecológicos distintos”. De manera similar, con modelos de extrapolación para controlar por el número de parcelas que fue diferente en cada continente el porcentaje de hiperdominancia fue constante (2,2% de especies africanas, 2,2% de especies amazónicas y el 2,3% de especies del sudeste asiático) (Cooper et al. 1). 

Semillas varias en la oficina de Stevenson
Semillas varias en la oficina de Stevenson.

¿Y qué implicaciones tiene este estudio?

Por una parte, explica Stevenson, permite enfocar futuros trabajos en especies de árboles dominantes en una región. “El estudio incluye listados de especies dominantes en cada continente, que serían prioritarias para entender la mayor parte de lo que pasa en estos ecosistemas”.

En zonas tropicales se han descrito alrededor de 37,000 especies de árboles: una cantidad demasiado amplia para estudiar. “La publicación propone: ‘enfoquémonos en complementar el estudio de estas especies dominantes de bosques tropicales’ y así vamos a saber mucho de lo que está pasando porque, como son tan abundantes, son las que tienen más interacciones, las que tienen más carbono y las que tienen posibilidad de tener más funcionalidad en estos ecosistemas”, comenta Stevenson.

También abre la puerta para preguntarse por qué ese mismo porcentaje, en los tres continentes, suele corresponder a las especies dominantes. El artículo y Stevenson sugieren que puede tratarse de procesos densodependientes. Es decir; “muchas veces, cuando las poblaciones de plantas y animales [o humanos] se vuelven muy densas, surgen enfermedades que las afectan negativamente”, dice el profesor. “En ese contexto, seguramente las especies dominantes son las que, de alguna manera, han logrado tener pocos ‘enemigos’ y volverse más abundantes”, pero faltan trabajos para entender qué características deben tener para lograr ese éxito.

Algo que llama la atención de la publicación en Nature, es que tiene cientos de coautores. Esto pasa porque el estudio requirió de grandes cantidades de datos de los bosques tropicales en África, Sudamérica y el sudeste asiático. Quienes recolectaron y analizaron los datos para el estudio, obtuvieron crédito por sus aportes.

“El trabajo de campo para estos estudios es durísimo: Toca delimitar bien las hectáreas con tubos de PVC, lidiar con mosquitos, garrapatas, etc, marcar árboles, identificarlos… y cuando no se sabe bien la identificación de un árbol, toca bajar una muestra, procesarla y llevarla a un museo, pero lo más demandante es cuando toca treparlo para bajar la muestra”, dice Stevenson. 

Stevenson tomando muestras de un árbol. Foto por Laura Isabel Ramos
Stevenson tomando muestras de un árbol. Foto por Laura Isabel Ramos

Algo en lo que hace hincapié es que este tipo de iniciativas, donde se reconoce el trabajo de todos los investigadores que recolectan y analizan datos, corresponden a propuestas que no eran frecuentes en el siglo pasado. Con esto, los investigadores se animan más a aportar al estudio con sus propios datos. Como el estudio requería de un volumen tan grande de información, fue necesario recurrir a redes colaborativas de investigación en cada continente.

“El trabajo detrás es enorme y justifica la inclusión de todos estos colaboradores”.

 

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